Una boda desde las almenas
¿Quién no ha soñado en casarse en un castillo? ¿Con sus almenas, sus murallas fortificadas y sus jardines de ensueño? Marta y Juan, nacidos en la gran ciudad, lo tuvieron siempre claro: celebrar su gran día en medio de un paisaje arquitectónico y natural único. Aunque la ceremonia tuvo lugar en el precioso santuario de San José de la Montaña, la pareja decidió celebrar el banquete en un castillo, una antigua finca señorial de finales del siglo XIX, rodeado de un lago y un frondoso bosque.
Para estar acorde con el entorno pero sin dejar por ello de presumir de juventud y frescura, Marta eligió un vestido blanco con bordados, de corte sirena, envolvente, recto y muy pegado al cuerpo, con escote palabra de honor, rematado con pedrería. Un velo sencillo con el borde de encaje le aportaba un aire regio, con unos pendientes que le daban brillo a su ya iluminada mirada. En cuanto al peinado, Marta optó por un recogido que dejaba caer su pelo en forma de bucle.
Juan escogió un traje con americana, chaleco y corbata a juego de color negro con relieve de rayas y una flor en la solapa, en concreto una rosa blanca, la misma elegida para el ramo de Marta, engarzadas con forma de bouquet pero terminadas en listón.
Los pétalos de rosa y sobre todo los deseos de felicidad de los amigos y familiares envolvieron a la pareja a la salida de la iglesia, rumbo al convite que contó con un aperitivo al aire libre, para luego dar paso a la comida, y cómo no, a una gran fiesta donde los novios y el resto de asistentes se lo pasaron en grande.
Nuestra propuesta para las fotos fue un enfoque clásico y elegante, sin olvidar la espontaneidad que siempre creemos que debe protagonizar los reportajes de boda. Combinamos tanto blanco y negro como color, apostando por los tonos poco saturados y dando mucho protagonismo a la luz. El resultado lo podéis ver vosotros mismos. La alegría y la felicidad se contagia a través de estas imágenes.
