Paul & Emilio: un reportaje fotográfico de boda para contemplar con orgullo de por vida
Emilio y Paul son de esas parejas que hacen que uno recuerde por qué se disfruta tanto esta profesión. Que no es solo por dedicación a la pasión de la fotografía, ni siquiera por el lujo de ver y retratar a personas felices cada fin de semana comenzar su camino en común, sino sobre todo por la maravillosa experiencia que supone conocer a personas extraordinarias, tan llenas de vitalidad y de amor para dar que hacen que inmortalizarles en imágenes, que puedan contemplar con orgullo toda su vida, sea en sí mismo la mayor de las satisfacciones.
Saber que a través de nuestras cámaras un momento histórico de la vida de grandes personas quedará capturado para siempre en instantes congelados, capaces de remover y despertar sentimientos y sensaciones casi tan fuertes como el día en que se vivieron, es lo que realmente llena en de la fotografía de bodas. Si además lo haces con parejas como Emilio y Paul, cuyo compromiso, complicidad y cariño es tan grande, además de una satisfacción se convierte en todo un orgullo.
Puede parecer que inmortalizar una boda gay entre dos hombres fuera más fácil que una boda heterosexual. No hay “novia” sobre la que fijar la atención, no hay que guardar cuidado para que el vestido de la novia no se queme con la iluminación, ni vigilar los blancos para que el contraste sea perfecto. No es necesario tan necesario tampoco vigilar para que las pequeñas imperfecciones faciales de la novia desaparezcan. Sin embargo, el reportaje de boda entre dos hombres no está exento de particularidades que es necesario atender. El protagonismo de los novios se reparte de un modo mucho más homogéneo, lo que hace también que el enfoque de nuestras cámaras se centre también en ellos de un modo más equitativo quizás que en un matrimonio entre hombres y mujeres.
Encontrar para ellos los mejores planos, ayudarles en los posados para crear escenas que les identifiquen y con las que se sientan a gusto, ser capaces de mostrar en una imagen miradas de complicidad, cariño, amor, sin caer en estereotipos y sin romper la forma de ser propia de los dos hombres en un día tan importante para ellos, entraña un reto que nos encanta asumir.
Con Emilio y Paul, sin embargo, no fue difícil encontrar los encuadres perfectos, las escenas ideales y los momentos únicos que inmortalizar. Su vitalidad, su jovialidad y su simpatía pusieron hicieron que nuestros objetivos les adorasen y que los abrazos y las miradas llenaran por completo la memoria de nuestras cámaras con instantes llenos de magia.
Sin lugar a dudas, el precioso Palau Marycel, en Sitges, donde Emilio y Paul se dieron el sí quiero tuvo también mucho que ver en el resultado del reportaje. El precioso espacio, con portada en piedra labrada, fue el escenario ideal para sobre el que pintar fotos colmadas por igual de ternura, de pasión, de emoción, de diversión y hasta de auténtico cachondeo. Los novios se prestaron a seguirnos en posturas divertidas y la propia armonía entre ambos hizo que el Claustro del Palau fuera un telón de fondo perfecto para interpretar el papel más importante de sus vidas.
Terminada la ceremonia civil, en la que por cierto no faltaron las lágrimas de familiares y amigos emocionados con el enlace de estos magníficos chicos, partimos rumbo a La Galera, un acogedor y rincón de la bahía de Sitges, cuya decoración estilo Chill-Out y espectaculares vistas al mar resultó perfecta no solo para nosotros capturar instantáneas únicas, sino de hecho para llevar a cabo una celebración tan alegre, desenfadada y divertida como lo son Paul, Emilio y todas las personas que no quisieron perderse un día tan especial para ellos.
Desde este rinconcito en la red, solo podemos agradecerles enormemente que decidieran elegirnos para acompañarles e inmortalizarles en su gran día y desearles que esa felicidad que sin duda se ha quedado impregnada en cada foto y que desprenden por cara poro de su piel, les siga acompañando para siempre.
¡Felicidades, chicos!